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Foto del escritorJuliana Molina

Somos una familia rara

“Somos una familia diferente”

“Somos raros”

“Tenemos nuestras propias creencias”

“La gente no sabe cómo somos en verdad”


La rareza nunca me había gustado tanto como ayer conversando con mis hijos

Cada uno expresando por qué éramos raros y diferentes, y por qué les gustaba eso. Identificándose con una identidad familiar única, compartieron sus pensamientos más íntimos en este espacio seguro que compartimos. Estamos lejos de querer ser perfectos; ser raros nos basta.


La combinación de la pesca y el río, el contacto constante con la tierra, el esfuerzo que dedicamos al trabajo por lo que deseamos, la conciencia sobre el costo y el impacto de las cosas y el valor del amor que nos tenemos y profesamos. Además, la capacidad de soñar, porque no perdemos nada soñando. Mi firmeza y nuestra insistencia en que es más importante el tiempo que pasamos mirándonos a los ojos que el que dedicamos a las pantallas. La posibilidad de negociar acuerdos y escucharnos mutuamente, reconociendo las necesidades y emociones que surgen en el proceso. Estas son algunas de las cosas que nos hacen “raros”. ¡Larga vida a esta rareza!

Mi desafío es que, a medida que mis hijos crezcan, puedan tomar distancia de mí si así lo desean y, con esa misma libertad, opten por estar cerca. Nuestros encuentros no deberían estar regidos por reglas ni deudas emocionales, sino por la alegría de compartir nuestro tiempo juntos.

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