Mis hijos tienen desde diciembre cada uno un Alexa que ha sido un maravilloso dispositivo para escuchar música, para despertarlos en la mañana y para darles la hora a pensar de mi insistencia en que miren el reloj de la pared de la cocina para aprender a leerlo, pues tiene su encanto y requiere habilidades.
Varias veces en la mañana oigo a mis hijos decir “Cállate Alexa” y sé que es un dispositivo, de inteligencia artificial, que no se va sentir mal ni se va a tomar personal el tono descortés e inadecuado de mis hijos al darle órdenes. Pero creo que el buen trato es una práctica diaria, que solo apropiamos cuando tratamos bien a las personas, las cosas, el entorno; cuando hacemos un uso del lenguaje cortés y amable en cada oportunidad que tenemos al hablar y relacionarnos con lo demás y también con nosotros mismos.
Se habla del Kindness como una de las más grandes habilidades para la vida. Para ejercerla cotidianamente y hacerla parte de nuestra forma de relacionarnos con el mundo, debemos practicarla con consciencia y disciplina. Es digna de las personas y de las cosas que con tanto esfuerzo conseguimos. No es selectiva, no depende de nada, ejercerla es también una responsabilidad en un mundo ensimismado como el que estamos viviendo.
Así que invito y persuado cada tanto a mis hijos a hablarle a Alexa con amabilidad, hacer sus sugerencias en tonos discretos y con palabras decentes, a recordar que solo le pueden dar órdenes de ese tipo a dispositivos porque así fue diseñado y que deben hacerlo con el cuidado amoroso que promovemos en casa.