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Foto del escritorJuliana Molina

La pandemia y la compasión

Sobre lo que nos está pasando ahora mismo




Alfred Adler, médico y psicoterapeuta austriaco, decía que nacemos altruistas, con tendencia a

procurar el bien de las personas de manera desinteresada. Imagino que ese sentimiento viene

de la mano de la compasión que es donde “sentimos” el dolor del otro y nos motivamos para

ayudar a aliviarlo, o de la empatía que es la que nos permite reconocer que el otro sufre.

La realidad es que en la cotidianidad nos encontramos no solo con jóvenes sino con adultos

ávidos de entrenar sus habilidades de vida, que son justamente las socio-emocionales.

Ahora que estamos en pandemia se hace evidente y difícil de disimular que somos muchos los

que sobrellevamos alguna dificultad; unos con restricciones económicas, miedo a la

enfermedad o la muerte, con desespero del encierro, con sentimientos de poca o nula libertad o

exceso de prohibiciones. Entonces de pronto se manifiesta colectivamente un alimento para el

alma; la empatía y la compasión, ese altruismo natural que ya viene con nosotros según Alfred

Adler.; podemos decir sin pena ni vergüenza: “si, está duro” , “si. A mi también me pasó “ , “si,

necesito de tu ayuda yo también “ , “si, a mi también me duele”, “si, sé de lo que me hablas”, “te

entiendo”.

Nos han enseñado por muchas décadas, que hay sentimientos que debemos esconder, ocultar, disimular porque son malos. Tenemos plataformas llenas de proyecciones de personas felices, con dichas y algarabía. Pero resultó ahora que todos los sentimientos, son, que no hay buenos o malos sentires, que está permitido habitarlos, es más, nos invitan a atravesarlos y algunos se atreven a acompañarnos en ese proceso otros simplemente no saben cómo pero ya son testigos de que se puede.

A mi me parece un regalo, el más grande de todos, aunque creo que esto pasará y que no es

necesario tener una pandemia para aprender que las habilidades socio-emocionales son

importantes; que no hay sentimientos buenos o malos y que siempre vale la pena entrenarnos,

aprender sobre las emociones y así ampliar la perspectiva como una de las herramientas que

nos recuerdan que la vida nos sucede a unos y a otros.


Ahora que esta “bien visto” necesitar de los demás, donde pedir ayuda no esta siendo juzgado

como sinónimo de debilidad o insuficiencia, sino que está siendo síntoma de saberse parte de

una comunidad en proceso de sanación. Entonces es un buen momento para explorar las

posibilidades de entrenarnos en estas habilidades, conocer los sentimientos que podemos

habitar, ponerles nombres.



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