top of page
Foto del escritorJuliana Molina

Emprender, un camino confrontador


Emprender, es un camino confrontador, exigente y necesitado de mucha compasión. Lo he intentado varias veces, suelo hacer chistes de mis fracasos empresariales pero no puedo dejar de reconocer los múltiples regalos que cada intento me ha dejado y que una vez el proyecto nace ya tiene vida propia, su particular palpitar, lo que lo hace un hecho que no es un fracaso por ningún motivo.


Cuando se trata de crear, agarrar ideas, inspirarme, soñar; puedo afirmar que siento mucho placer, que disfruto, me podría dedicar a dar ideas. Hacerlas sostenibles, prósperas y abundantes ha sido mi reto, la paciencia y el bolsillo no me han alzanzado lo suficiente o no eran "el proyecto".


Cada ves que emprendo y llego a la etapa de hacerlo sostenible, es imprescindible salir a venderlo. La vida me ha puesto muchas veces ahí, en ese lugar de vender, de ser responsable de las ventas y una y otra vez renuncio a esa tarea en vano, casi siempre vuelvo a estar en ese rol: responsable de vender y sus resultados. Entonces hace unos cuatro años decidí que estaría ahí siempre y cuando mi corazón latiera rápido y agitado por la convicción de su propósito. Yo no vendo cualquier cosa, ni mentiras o verdades ajustadas, ni lo que el otro quiere oír, en ese sentido se puede decir que soy pésima vendedora. Yo vendo en lo que creo, y así mismo me apasiono, genero contenido, me invento estrategias y trabajo, duro y disciplinadamente.


En este camino del emprendimiento está mi familia y mis amigos, a quienes les pido feedback, comentarios; me interesan sus verdades así no se encuentren jamás con las mías, porque sé del lugar que vienen y cargadas de qué están. Lo que viene con amor y sin mezquindad, siempre lo recibo bien.


También aparece mi primera red para promocionar estos proyectos, todos los conocidos, los contactos que por alguna razón están en mi teléfono y las bases de datos que he creado hace más de seis años. Con ellos y mi entusiasmo, comparto: sueños, necesidades, confronto mi vergüenza y mis miedos (en cada mensaje enviado). En cada mensaje que les comparto está todo lo anterior acompañado de esperanza, esa que me dice que un día cercano se van a conocer mis emprendimientos y tendrán un sentido relevante para los demás.


En estos días me he preguntado: ¿cada cuánto mando mensaje? , ¿a quién le mando mensaje? , ¿será que están agobiados?, ¿será que los estoy molestando?, ¿qué van a pensar de mí?, ¿qué tanto debo insistir?. El terror aparece, incomodar al otro, exponerme, verme vulnerable ante la posibilidad de recibir un : "Juli, gracias no me interesa". Entonces recurro también a otras alternativas, promociono videos en redes sociales, pago pauta, mando mails a la base de datos donde las personas se unieron de manera voluntaria y me recuerdo que no hay más posibilidades que persistir. Sostener la incomodidad, la vergüenza y el miedo para lograr quizás, hacer realidad la idea romántica de que algún día pueda vivir de esto que tanto disfruto, es uno de los costos que nutren mi ser y cada uno de mis emprendimientos.

Busco recursos, en cada mensaje difundido les recuerdo que enviándome un corazón amarillo entenderé que no quieren recibir más mis textos. Entonces cada quien se hace cargo de esa comunicación y de sus límites en ella.


Sin embargo aparece un escalofrío cuando recibo el corazón. Lo más increíble para mi es que ese sentimiento frio que me recorre el cuerpo entero no tiene que ver con una posible idea de rechazo o de no aprobación de mis proyectos, tiene que ver con la idea de haber incomodado a alguien y los juicios sobre mí que se pudieron detonar; todo entra en un campo imaginario que he aprendido es mejor ignorar. Con los recursos que tengo, decido arriesgarme, entregar el poder de elegir si quieren o no recibir mis invitaciones y quedarme con lo que realmente me dicen.


Entiendo también que la vergüenza y el miedo me pueden acompañar y con ellos presentes me recuerdo constantemente que soy un vehículo de algo más grande que yo, que quiere que eso llegue a algunos corazones; que tiene un propósito que es más grande que lo que humanamente puedo visualizar.

Me encargo entonces de trabajar con disciplina, devoción, determinación, dedicación y discernimiento. Lo entrego, lo suelto y confío. Procuro reírme, de la vida, de mi misma, de mi no asertividad y gozo; sin gozo no hay propósito que valga la pena, esto viene en un paquete y la diversión es el ingrediente más importante para mí.

27 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page