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  • Foto del escritorJuliana Molina

El miedo a la educación



Por mucho tiempo y aún, la educación es un privilegio, uno para aprovechar. Me he encontrado muchas veces pensando “imposible que yo con la educación que he tenido no pueda resolver esto”. ¡Y si! Como dice un amigo. Si que ha sido un privilegio, sin embargo, uno que vale la pena cuestionar.


He disfrutado mucho más los estudios informales de cursos sin validez en el ministerio de educación que aquellos que me han dado diplomas y certificaciones. Hablo con más propiedad y dominio de esos temas emergentes que llegaron para demostrarme que si me gustaba estudiar; que en realidad se trataba de encontrar lo que verdaderamente estimulara mi deseo del saber.


Mis hijos están poco motivados con su educación, el mayor asegura aburrirse y perder el tiempo, la del medio estudia porque le toca y la chiquita estudia porque es lo “correcto” para hacer. 


Me he movido desde el miedo muchas veces, casi siempre en realidad, aunque con valentía he dado uno que otro salto al vacío. Siempre he tenido curiosidad por la educación alternativa y he caído en la creencia de que resulta insuficiente, carece de rigurosidad y  disciplina, ambos recursos básicos  para el desarrollo personal y profesional en mi opinión. 


Creo que las ganas de aprender no se nos pueden refundir tantos años, quiero estimular el amor por el aprendizaje en mis hijos y por fin estoy abierta a que lo cuestionemos y elijamos juntos cómo queremos seguir, que más oportunidades estamos dispuestos a darle al sistema y cuáles definitivamente no. Conversaciones incómodas que promueven el pensamiento crítico de todos en casa.

Testimonios de estudiantes que van a la universidad y faltan a clase porque no tienen ningún interés en aprender son cada vez más recurrentes, incluso yo puedo ser uno de esos testimonios. ¿Qué están haciendo las instituciones educativas para estimular el amor por el aprendizaje? ¿Cómo lograr que los estudiantes tengan el deseo del saber? ¿qué nos falta? ¿que no queremos ver como sociedad? ¿Es posible ser competente y estar estimulado por el aprendizaje o se debe renunciar a alguna de las dos? 


Quiero hijos estimulados y deseosos por aprender, con competencias para lograr lo que se proponen, con recursos estructurales para ser eficientes en ese aprendizaje y consecución de objetivos, con cultura ciudadana y global, sabiéndose parte de un mundo que nos pertenece a muchos y que la bondad es un requisito primordial.


A eso le voy a apostar de ahora en adelante, a todo lo que me impulsa a vivir y no a la vida que me vendieron que debía vivir. Será loco, carente de argumentos y quizás habrá muchos fracasos. No importa, vale la pena parar cada tanto y  cuestionar las ideas, las decisiones, la forma en la que vivimos porque el único fin debe ser tener una vida plena y eso no es lo mismo para todos.

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