
Voy a compartir mi experiencia y mi punto de vista (que quizás también tiene de todo lo anterior).
Regular la tecnología, custodiarla y acompañar su uso es quizás de lo más exigente de la crianza de hoy en día y ha sido muy difícil para mi. Entendiendo que custodiarla demanda tiempo, disposición, invasión a la intimidad de los niños y constantes negociaciones y discusiones, mi mejor alternativa ha sido regular, poner reglas y sostenerme en ellas.
Las reglas han sido:
No se lleva el celular al colegio, sólo los viernes (cuando empezaron los planes).
Todos los dispositivos en mi cuarto a las 7:30 P.M
Se accede al celular una hora y media diaria en promedio.
Empezamos con una sola red social cuando no tenemos que mentir para acceder a ella.
Después accedemos a otra red social, máximo dos en el celular.
Cuando estamos de visita o con personas compartiendo el tiempo, no hay celular. Esta es difícil, no siempre lo logro, en especial porque muchos adultos no la cumplimos.
Si bien fracaso varias veces al día implementando tales acuerdos, las ventajas han sido muchas: se han absuelto de problemas por no llevar celular al colegio, han aprendido a esperar (habilidad poco desarrollada en estas generaciones), se han frustrado y han atravesado esa congestión emocional con pensamiento crítico, capacidad de análisis y de autogestión y han practicado la presencia, sin distracciones.
Han entendido que las razones de estas reglas superan mis caprichos y hay estudios que sustentan tales elecciones. Leer en familia estos estudios pone en boca de expertos aquello que no está para negociar y reduce las posibilidades de discusión especialmente porque reconocen la experiencia de satisfacción que nombran en los estudios, entre varias cosas.
Ahora que pasó el día de la madre pienso mucho en los futuros padres, porque todas estas habilidades que no se desarrollan en las pantallas son las que requieren para acompañar la crianza y la vida. Y si bien hemos logrado estas nuevas generaciones de mamás compartir las responsabilidades y vamos en el camino de renombrar la maternidad como un rol que no signifique tanto sacrificio; la realidad es que sí requiere de actos generosos y desinteresados criar y acompañar la niñez y la adolescencia. Se requiere autoconocimiento (que no pasa por reals), de habilidades de autogestión emocional que sólo se desarrollan en la convivencia con los otros y de la disposición a incomodarnos.
Los padres queremos delegar en los Colegios la regulación de los celulares, los tatuajes, el pelo pintado, la forma de vestirse y ojalá que los tengan muy ocupados porque carecemos de tiempo para estar por ellos.
Muchos incluso sentimos la presión de comprar celulares porque los niños dicen ser los únicos que no tienen uno. Por esto también creo que vale la pena limitar el uso de celulares en el colegio, no sólo porque los colegios ya han intentado la regulación y han tomado esta decisión concienzudamente, sino porque es un espacio donde la vida escolar es lo más valioso, donde las habilidades para relacionarnos como seres sociales que somos se aprenden viviendo. Está bien esperar para mirar el whatsapp o las redes sociales, delegando esa autonomía a la casa enteramente donde somos principalmente responsables de esa formación. No usar el celular en el colegio no limita el aprovechamiento de la tecnología, solo la selecciona y la estimula inteligentemente.
Quizás la discusión debería ser sobre cómo vamos tener más tiempo para los hijos, reconociendo que la cantidad sí importa y dejando los pajazos mentales de que sólo es importante la calidad; quizás deberíamos unirnos para reconocer que ser nativo digital no significa que todo debe ir atravesado por la tecnología y que requerimos con urgencia generaciones de personas con habilidades sociales, emocionales, capaces de esperar, de incomodarse, de frustrarse y seguir adelante viendo las oportunidades y aprovechándolas para ser mejores cada vez.
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