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Educar para la libertad

Foto del escritor: Juliana MolinaJuliana Molina


En un podcast que escuché, la rectora de la Universidad del Rosario, la Dra. Ana Isabel Gómez Córdoba, nombró una frase que me resonó profundamente: Educar para la libertad. Me gustó mucho esa aproximación porque hablamos constantemente de una educación que no evoluciona o que lo hace muy lentamente, de una educación que "domestica", y nada es menos libre que ser domesticado.

Le tenemos miedo a la libertad. Sentimos que nos hace perder el control, que no contiene, que no es segura. Pero, al mismo tiempo, crecemos anhelándola y creyendo que ser libres significa hacer lo que queramos. Ninguna de las dos ideas es real.

La libertad es el poder de elegir y asumir las consecuencias de nuestras decisiones. Educar para la libertad implica también generar espacios donde las elecciones sean genuinas, donde nos hagamos responsables, aun cuando a veces tengamos que escoger entre variables que no nos agradan por completo.

¿Qué significa entonces educar para la libertad?

Es formar personas autónomas, críticas y capaces de tomar decisiones con responsabilidad. No se trata solo de transmitir conocimientos, sino de desarrollar habilidades y valores que permitan a los estudiantes pensar por sí mismos, cuestionar, crear, elegir y construir su propio camino en la vida. Pero no desde la ignorancia, que es peligrosa y actúa como una cárcel invisible. La verdadera libertad nace del pensamiento, del acceso a contenidos valiosos que sirvan de base para elecciones informadas, incluso si, en retrospectiva, hubiéramos podido elegir algo distinto.

Este concepto implica:

1️⃣ Pensamiento Crítico – Enseñar a cuestionar, analizar y reflexionar en lugar de aceptar información pasivamente.

2️⃣ Autonomía – Fomentar la capacidad de tomar decisiones, asumir consecuencias y actuar con responsabilidad.

3️⃣ Autoconocimiento – Ayudar a los estudiantes a descubrir sus talentos, intereses y valores para construir una vida con sentido.

4️⃣ Empatía y Respeto – Formar ciudadanos que reconozcan la dignidad del otro, respeten la diversidad y valoren la convivencia.

5️⃣ Creatividad y Expresión – Brindar espacios donde puedan desarrollar su voz, su arte y su manera única de aportar al mundo.

6️⃣ Confianza y Seguridad – Crear entornos donde los niños y jóvenes se sientan capaces, seguros y motivados a aprender sin miedo al error.

Educar para la libertad no significa ausencia de límites, sino enseñar desde la confianza, el diálogo y la guía, para que los estudiantes aprendan a gestionar su propia libertad con responsabilidad y conciencia social.

Un colegio realmente comprometido con educar para la libertad busca formar seres humanos en todas sus dimensiones. La ignorancia no es solo falta de conocimientos, también es falta de ética, de autoconocimiento e incluso de exploración espiritual, sea cual sea la práctica elegida. Me gusta conversar con ateos radicales que han hecho búsquedas profundas en su experiencia espiritual y han concluido, desde la investigación, la curiosidad y el conocimiento, que no creen. Me gustan porque han llegado ahí con conciencia, con búsquedas rigurosas y hacen preguntas que nutren mis propias creencias. Sin embargo, creo que carecen de la experiencia (de Dios, de un universo sabio y amoroso), no todo aprendizaje pasa por la cabeza.

A veces, quienes sí practicamos una religión o espiritualidad lo hacemos desde una fe ciega (y conveniente), que no pasa por el conocimiento. Es una experiencia amorosa y sabia que se vive, y aunque es importante nutrirla con reflexión, su esencia es vivencial.

Un colegio comprometido con educar para la libertad no solo enseña pensamiento crítico, sino que lo estructura en su práctica cotidiana. Crea espacios y estrategias de autoconocimiento, fomenta la independencia, cree en las capacidades de sus estudiantes, los ve como seres capaces y trabaja para que sean competentes. No teme al error, sino que lo entiende como parte fundamental del aprendizaje. Y, sobre todo, acompaña a sus alumnos desde la certeza de que somos seres humanos emocionales, que necesitamos conexión para lograr aprendizajes significativos.

Un colegio que educa para la libertad no solo enseña, sino que transforma a través de experiencias que permiten a los estudiantes apropiarse de su aprendizaje, sus emociones, su ética  y su vida.

Juliana Molina Urdinola



 
 
 

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