
Diciembre 7 de 2024
Amada Lou
Lo primero que quiero es agradecerte por dejarme acompañarte en esta primera aproximación de tu vida espiritual. Aprendì y recordè mucho de lo que nos hace ser humanos y tener a Dios de la mano.
Mi compromiso al darte la bienvenida a esta mesa en la que abrimos la consciencia al amor de Dios en nosotros mismos y en los demás; es modelarte un continúo camino interior en donde el autoconocimiento y la certeza de que Dios está dentro nuestro es un propósito de cada día.
Cómo hemos hablado, Dios no es un señor de barba blanca, sentado en un trono, listo para juzgar nuestras equivocaciones. Dios está dentro de nosotros y de los demás, nuestro trabajo es nutrirlo y darle espacio para que se exprese con frecuencia en nuestros actos bondadosos y amorosos, estando despiertos a la vida y esforzándonos por vivirla con alegría. De eso tu ya sabes mucho, eres una niña alegre y curiosa. También se trata de ver a Dios en los demás, incluso en aquellas personas que no nos agradan, nuestro esfuerzo debe ser ver a Dios en ellos.
Por otro lado, Dios ha querido para nosotros una vida gozosa y eso por momentos parece ser muy difícil, pues la vida es incómoda también, en ella estamos para aprender. El reto mi amada Lou, es conservar la risa y la alegría, de eso tu bisabuela Aura y tu abuelo Hugo nos enseñaron bastante, espero poderte mostrar ese camino que es para mi el más amable. La alegría es una opción entre muchas, eligela siempre.
La vida espiritual inicia con el autoconocimiento. Nuestra vida espiritual tiene el propósito de enseñarnos a ser y vivir felices, eso es lo que Dios quiere para nosotros. Para eso, debemos conocernos profundamente. También debemos amarnos, y eso a veces parece más complejo que amar a los demás, porque solemos ser duros cuando se trata de nosotros. Debemos amarnos como un trabajo, amarnos aunque no nos guste todo de nosotros mismos, amarnos sabiendo que no somos perfectos, amarnos como Dios nos ama, incondicionalmente.
Encontrar a Dios mi amada Lourdes, es para mi poder regocijarnos al ver un amanecer o un atardecer llanero, es fundirnos amorosamente en un abrazo, es ver la colita de Nuquí moverse de alegría cuando llegamos a casa, es sumergirnos en el mar o en el río y ver la riqueza que somos y tenemos. Es también encontrarlo en los actos generosos de tus primas, en la risa y autenticidad de tu Abu, en la mirada amorosa de tus primos, en la música de tu tía y de tu tío, en la generosidad de tu abuelita y tu tía Juli, en los chistes de Andrés y su intención colaborativa, en el sentido del humor de tu tía Pichi, en los abrazos y besos apretados del tio Juan, en las reconciliaciones familiares, en las conversaciones profundas y reflexivas en casa, en la bondad de tu papá, en el amor que percibimos en Jota cada vez que lo vemos y escuchamos, en la familiaridad de tu bisabuela Ofe, en la risa y los actos amorosos de Emiliano, en los juegos con Antonieta y su intención conciliadora, en las ganas de proteger y cuidar a todos los que amas, en la risa intensa con tus amigas, en los bailes y cantos mañaneros. Dios está siempre contigo de múltiples maneras, el truco está en darnos cuenta,
Lo otro que Dios quiere para ti, mi Lou, es tu libertad. Ser auténtica, ir siempre a lo más profundo de ti misma y reconocer lo que realmente te va a proveer de dicha, esa en la que tu alma se expande y se expresa con más facilidad. Es un sentimiento parecido al que sientes cuando bailas. Ser libre tiene mucha responsabilidad, no es hacer lo que queremos cuando queremos, ser libre para mi es no esclavizarnos de lo que los demás piensan de nosotros, es hacerle caso a “eso” que no siempre se puede entender con la cabeza y hacerlo como un acto de lealtad contigo misma, es ser esa mujer que estás llamada a ser, es conocerte profundamente para poder hacer lo que realmente quieres. Entonces ser libre es mucho más que poder hacer lo que creemos que queremos, es saber lo que queremos para poder hacerlo.
Por último, siéntete siempre digna y amada Lourdes, Dios es amor y es infinito. Y ama, ama siempre y a todo, ama como un acto de lealtad a tu versión más auténtica y a Dios. Ama intensamente, ámate a ti misma de esa manera sin eludir la mirada crítica que requiere conocernos a nosotros mismos en profundidad para la anhelada libertad.
Mamá
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