Sí , esa es la adolescencia que le está tocando lidiar a mi hijo de casi 14 años y la niñez de mis hijas.
Esto de andar a dos metros de los demás, usar tapabocas y temer por la muerte propia o de un ser amado, determinará muchas cosas en mi opinión: su forma de comunicarse, su expresión corporal, sus miedos, preferencias, el tipo de riesgos que van a elegir tomar, la idea de la vida y del amor.
Uno de esos "determinantes" será el de dar un beso, eso que para nosotros significó sudor en las manos, nervios en la barriga y cosquilleo en los genitales, para esta generación vendrá acompañado de la elección de poner en riesgo su vida por uno de ellos.
Que dicha que es mirarnos a los ojos como la pandemia nos ha invitado de manera explícita, y que maravilla es ver la sonrisa detrás del "telón", ver cómo la cara se transforma cuando los dientes se asoman y la nariz se arruga. Eso acompañado de la respiración nerviosa que aparece cuando el beso se funde entre los labios, es una magia digna de atesorar.
Hablamos en casa de lo que pasa con el alcohol antes de los 20 años, de las drogas, del porno y las adicciones. De los excesos, de lo importante de estar informado para tomar desiciones. No hablamos de los peligros de los besos, jamás decimos cosas como que tendrán que postergar los besos hasta que el virus se vaya, aunque parece que hoy es más peligroso un beso con lengua que tener una borrachera precoz.
No sé si mis hijos tengan algún día miedo al contacto, por mi parte los beso y abrazo con frecuencia. Sé de su miedo a la muerte; ella ha venido transformándose poco a poco en una compañera y me alegra que no la pierdan de vista, porque creo que la vida así se vive con más atención y presencia.
Me pregunto si crecerán sin saludar de beso en la mejilla y abrazo apretado, como saludo yo a mis amigos y familia, no sé si se lavarán las manos con frecuencia por siempre y si el tapabocas se pondrá de moda hasta que sean adultxs. Creo que mirarán más a los ojos, descubrirán sonrisas solo con la mirada y se maravillarán con los dientes descubiertos; sabrán que la vida sin muerte no es vida y espero que entonces no le teman más, no al punto de perder su impulso vital.
No sé que tanto se vayan a atrever, si esto les recordará que la vida es impredecible y vale la pena tomar riesgos o si se apegarán tanto a ella que dejarán de vivir con tal de no morir. Si estarán erguidos y se moverán con seguridad y confianza o si evitarán salir y verán la vida a través de una pantalla, como si estuvieran muertos. Ojalá sean de los primeros.
Espero elijan su oficio sabiendo que la vida pasa rápido y es incierta, por lo que siempre valdrá la pena elegir con esa información que viene de adentro y nos habla sobre lo que queremos hacer para SER, que salgan y se atrevan a vivir más allá de las ideas que les enseñamos. Espero den Fe de que la vida y el amor no son tan diferentes, que juntos serán siempre la mejor combinación, que la vida se atraviesa con valentía y el amor efervesce de esa fuente inagotable de la que estamos hechos, aunque no salga en las radiografías que ven los médicos, porque somos más que cuerpo.
Las ideas siempre se quedan cortas, así que espero vivan como si fueran a contar su aventura a alguien más, con la alegría de vivir como un regalo que desde muy pequeños les hicieron saber que era indulgente y misterioso, para el que se necesita valentía, ganas y alegría.
No sé qué camino elegirán, me encargo de mostrarles el mundo cada vez que puedo, mi mundo y el que hay afuera para que ellos experimenten y lo hagan suyo. Con la atención que merecen de ser escuchados también sobre lo que sus mundos dicen de ellos y sus vidas.
Definitivamente prefiero que se atrevan y corran el riesgo por un beso a que se queden mirándolos en alguna de tantas pantallas que hoy se diseñan para entretenernos. No es lo mismo ver los besos que darlos, cuando los damos la vida se ve de más colores y nos sentimos vivos, la vida nos atraviesa en ese gozo. Podemos dar cuenta de la vida y de nuestra humanidad, de eso que estamos llamados a ser en este mundo tridimensional.
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